lunes, 1 de noviembre de 2010

Cuatro bodas y un funeral .-

Tacho:- Gitana, bonita, no te pongas así
Jaz:- Es que vos no entendés...Tacho la copa no se rompió y eso es desgracia
Tacho:- Es ficción, no es nuestro casamiento
Jaz:- No importa, no importa Tacho; algo terrible se nos viene
Tacho:- ¿De qué hablás?
Jaz:- Que uno tiene que aceptar las vueltas de la rueda de la fortuna, como en el tarot. Yo cuando era chiquita fui a una boda gitana, una fiesta muy linda, no me la olvido más...y la copa no se rompió; una vieja gitana gritaba desesperada desgracia, desgracia, y yo me asusté mucho; pero mi papá me llevó aparte y me contó que esas eran simples visiones, creencias, y estas creencias siempre tienen un origen.
Mi papá decía que a cada día lo seguía su noche, que a cada llanto una sonrisa...y a cada nacimiento una muerte.
Mi papá decía que había que celebrar las bodas con muchas sonrisas y una lágrima. La sonrisa es para la buena ventura y la lágrima para acordarnos que la vida no es eterna.
Y decía que en los funerales había que llorar con muchas lágrimas y una sonrisa. La sonrisa para acordarnos que en la vida todo es una rueda, que lo que nace, nace para morir, y lo que muere, muere para nacer.
Pero no hay que ir a las bodas pensando en funerales, ni a los funerales pensando en bodas.
A la vida hay que aceptarla como es, con su día y su noche, con su llanto y su sonrisa.
Hay que aceptar la vida como es, con sus bodas...y sus funerales.

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